SER TERAPEUTA (Gonzalo Hervás)

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Aquí os dejo está carta que nos escribió nuestro profesor al terminar la carrera.

A veces pienso en lo que significa ser psicoterapeuta. Puede ser visto como algo frío, como dispensar tratamientos, o rehabilitar procesos mentales disfuncionales. Pero cuando piensas en cómo lo vive el paciente, ahí te das cuenta del verdadero significado.

Te cuentan cosas que no cuentan a nadie, confían en ti mucho más que en cualquier otro profesional, más que en cualquier médico, incluso más que en cualquier otro familiar. A cambio tú les permites convertirse en una persona diferente, en romper los límites que tenían hasta ese momento. Consigues que dejen de sufrir, o que dejen de pensar en la muerte, o que aguanten lo imposible mientras dura el temporal.

A veces, les facilitas poder volver a disfrutar, pero en otras, es que les enseñas a disfrutar por primera vez. Por ejemplo, cuando ayudas a una persona a liberarse de la esclavitud del perfeccionismo. Algunos, consiguen cambiar por completo la forma de verse a sí mismos. Pero es que, en ocasiones, ni siquiera se conocían de antes. Apenas de vista.
En tu presencia hay personas que descubren que se equivocaron, y les tienes que ayudar a perdonarse. Otros se reafirman en sus decisiones, y consiguen abandonar las dudas por primera vez en mucho tiempo y avanzar. Dar la clase de pasos que te hacen avanzar kilómetros en un momento.

No todo son trastornos, hay muchas historias personales. Hay mucha mala suerte, hay familias desestructuradas que generan muchos síntomas, hijos que son víctimas de sus padres, y padres que fueron víctimas a su vez de los suyos. A veces, es como si tú fueras el mecánico al que le encargan revertir una gran cadena infinita de transmisión de sufrimiento llena de engranajes, todos perfectamente organizados para ahogar el bienestar.
A veces coinciden historias similares en un mismo día. Y ves a una mujer de 50 años que lleva los últimos 30 viviendo a diario con ansiedad, y te cuenta que su madre jamás le dijo que la quería, y que jamás le dio un abrazo. Y a continuación ves a una chica de 20, que está viviendo lo mismo con su madre, que siente el rechazo, la indiferencia, la hiperexigencia. Y te dice que está empezando a tener ansiedad. Qué coincidencia. Y recuerdas a la mujer de 50, con 30 años de ansiedad a cuestas, y mirando a la adolescente, piensas, «Me voy a asegurar de que tu vida sea diferente».

Nunca sabrá de lo que se ha librado, ni falta que hace. Pero otros sí, otros son perfectamente conscientes. Saben que su vida ha cambiado para siempre. Lo de menos es que te lo digan.

En definitiva, poder llevar a cabo esta profesión es un gran privilegio. Hay que estar muy bien preparados, buscarlo con ahínco, estar muy despiertos y ser muy humanos. Pero al final, lo cierto es que, sea cual sea el sacrificio realizado, casi es seguro que merecerá la pena.

Mucha suerte